Reflejos

02/05/2008 21:51

No pueden evitarlo. Nacieron con ellas. Desde que sus ojos vieron la luz por primera vez les fueron impuestas y aun hoy les cuesta saber cuando las llevan y cuando no.

Máscaras. Todas hechas con una misma base pero con matices sutiles que las vuelve diferentes y que hace que cada persona tenga una para cada ocasión si es preciso. La máscara de trabajadora eficiente y buena persona, la máscara de amiga encantadora y enrollada, la máscara de hija rebelde pero buena en el fondo, la máscara de novia genial que transige con todo…Hay tantas como apartados de la vida de cada persona.

Cada día, desde que se levantan hasta que se acuestan se ponen, quitan, cambian, las máscaras para que la gente que les ve tengan de ellos una buena impresión, o al menos, la impresión que a ellos les hace sentir seguros.

Hacer es ser. Tener es ser. ¿Pero ser, qué es?. Se esfuerzan porque los demás vean a alguien que ni siquiera ellos mismos saben quién es. No paran de hacer cosas, algunas útiles, otras no, pero las hacen e intentan que ellas les den las respuestas a preguntas que o bien no se atreven a preguntar o bien no saben responder.

¿Quién soy? Las máscaras les dicen algo de cómo son pero no tienen respuestas para esa pregunta.
Cada día miles de personas me miran confusas preguntándome qué esconden detrás de sus máscaras, qué hay en realidad en su interior. Yo, no tengo la respuesta y eso les aterra. Muchos optan por crear una nueva máscara y aparentar que no les importa, otros siguen esperando encontrarse a sí mismos a través de las relaciones, otros en su realización profesional, otros en dedicar sus esfuerzos en hacer buenas acciones…y en definitiva siguen evitando la pregunta ¿QUIÉN ERES?

¿Hay alguien que pueda contestar? A mí me fabricaron. Sé quién soy porque tengo muy claro de dónde provengo a dónde voy y la función que tengo que realizar. Lo sé porque mi fabricante así lo estipuló. Eso me hace pensar que quizá estos hombres, infinitamente más complejos que yo, no salgan de la nada sino que haya alguien que les haya creado, que les haya puesto nombre, que les haya dado una identidad. Pero hay algo que no deja de extrañarme. ¿Por qué no acuden a él? Acuden a cosas absurdas y en cambio muchos desestiman esa posibilidad con tan sólo oírla. ¿Qué tienen que perder? Su identidad está en juego e incluso se permiten el lujo de desestimar opciones sin ni siquiera comprobarlas…no lo entiendo…

Hoy me dirijo a ti, que tantas veces me has usado para comprobar tu aspecto, para invitarte a que busques quién se esconde detrás de la máscara. Hay alguien que lo sabe, ¿te atreves a afrontar la respuesta?

Espejo de un baño público

Autora: Marta González

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